Solo tres días quedan para que finalice la Cumbre sobre el Clima de París (COP21). El tiempo no se detiene y cada vez tenemos menos para poner en marcha medidas creíbles y vinculantes para abordar el problema. Atrás quedan el Protocolo de Kioto y el fracaso de la Cumbre de Copenhague (Dinamarca, 2009). El texto aprobado en Copenhague, jurídicamente no vinculante, afirmaba por primera vez la necesidad de limitar el calentamiento global a 2°C con respecto a la era preindustrial, pero no establecía obligación alguna en cuanto a las cifras de reducción de emisiones gases de efecto invernadero. Solamente los anexos recopilan los compromisos voluntarios de los países para alcanzar el objetivo de los 2°C. Seis años más tarde no podemos mirar atrás. Es hora de abandonar la quema de combustibles fósiles y de poner en marcha la transición energética, basada en las energías renovables. Nuestro futuro y el de nuestros/as descendientes esta en juego.
